3 DÍAS PARA EL 3 DE NOVIEMBRE
A tres días para las pruebas de las oposiciones de RTVE, hoy he estado muy pendiente de la sentencia del juicio del 11-M. Creo que todo el país ha esperado a las 11 de la mañana, hora prevista para que el juez Gómez Bermúdez comenzara la lectura del fallo.
Jamal Zougam, Otman El Gnaoui y Suárez Trashorras han sido condenados a casi 40.000 años cada uno; la sorpresa, a la que algunos apuntaban ya esta mañana, ha sido la absolución de Rabei Osman El Sayed «El Egipcio». Un hecho que no ha sido tan sorpresivo: el Tribunal no ha encontrado pruebas de la participación de ETA en los atentados, con lo que se echa por tierra definitivamente la «teoría de la conspiración».
Todavía no he tenido oportunidad de escuchar las reacciones de las víctimas, pero no puedo más que solidarizarme con ellas, con su sufrimiento por 192 muertos y 1856 heridos; estoy segura de que han respirado por fin al escuchar el fallo, pero nunca será suficiente: quedará la huella del dolor, una marca que llevarán consigo el resto de sus vidas. Se ha hecho justicia, se han impuesto penas, las tres mayores más otras menores (de entre 3 y 20 años) y ha habido además absoluciones para varios imputados, pero el dolor de las víctimas no conseguirá aplacarse con el fallo del Tribunal. Todos se preguntan ¿por qué? Pero no es sencillo explicar que no existe un porqué, que fueron las circunstacias, el hecho de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado; un cúmulo de desatinos se llevó las vidas de sus seres queridos. El terrorismo no atiende a razones y cuando se trata de población civil, no importa que el objetivo sean unos u otros. Pero yo entiendo que para una víctima esta explicación no sea suficiente, para mí no lo sería.
La Justicia ha hablado. Aunque todos respetemos la decisión del Tribunal, humanamente hablando, yo creo que muchos, entre los que me incluyo, pensamos que se deberían haber impuesto mayores penas para un atentado de tal envergadura. Por otra parte aunque, repito, respeto en todos sus puntos la decisión del Tribunal, me ha sorprendido que no hallara entre los imputados a un «autor intelectual» de la barbarie. Las víctimas siguen sin saber ¿quién?